Flandes
“Yo no conozco a fondo las costumbres de este país de Flandes donde pasé cuatro años, sin embargo he guardado de él preciosos recuerdos. Eran poblaciones francamente cristianas. Las familias allí eran numerosas, las costumbres regulares, la practica de la fe casi universal. La parroquia era viva, la iglesia estaba adornada, las obras eran muchas. Se honraba el trabajo y la cultura era admirablemente desarrollada y próspera. El trabajador de la ciudad tejía. Había poca miseria, a pesar de la gran cantidad de niños... La gente sólo hablaba flamenco, lo que le protegía de malas lecturas. Había numeroso clero, activo, devoto y gozaba de gran autoridad.” (NHV I/27r ss.)
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