Comienzos - mas
En una carta a sus padres (2.12.1871), León Dehon escribe:
"Con buen corazón he comenzado mi trabajo aquí, y no siento ninguna repugnancia. Espero realizar pequeñas acciones, esas son todas mis expectativas En las confesiones, en la atención a los enfermos y en las escuelas veo las miserias de la sociedad desde m muy cerca. Trato de captar algún remedio sobre todo a las miserias morales".
Para apreciar correctamente el significado de estas palabras, debemos recordar la lucha de Dehon respecto a su gran decisión en el verano de 1871. Debemos considerar que Dehon apenas había entrado en relación con el clero y la situación pastoral de su diócesis. En 1869 escribe en una carta al P. M. Freyd: "examino el clero secular de mi diócesis y apenas puedo ver mi lugar aquí." (LD 122, 30.7.1869).
Y no podemos hablar de una decisión activa por parte de Dehon, cuando en noviembre de 1871 comienza su ministerio como séptimo capellán en San Quintín a donde, según su propia expresión, su obispo le había “puesto”. En sus memorias, no solo presenta sino que confiesa que este acontecimiento emerge de la voluntad de Dios y su Providencia: "3 de noviembre, sólo por voluntad de Dios fui enviado a San Quintín… Eso era absolutamente lo contrario de todo lo que esperaba después de muchos años, una vida de piedad y estudios. ¡Fiat!" (NHV IX/71).
Aparte la melodía patética típica de Dehon, esta perspectiva puede parecer como una interpretación posterior de los acontecimientos. De hecho, pertenece a la personalidad de Dehon hacer constantemente retrospectiva sobre su vida, dispuesto a descubrir la dirección y el acompañamiento de Dios. Profundamente convencido que no eran acontecimientos casuales en la vida, sino sólo la Divina Providencia, integró todas las subidas y bajadas de la vida en esta visión profundamente positiva. El gran bagaje de sus memorias y diarios proclaman que Dios puede escribir recto con renglones torcidos.
Dehon comienza su ministerio y sus deberes en noviembre de 1871 no lleno de entusiasmo, pero sí con un espíritu abierto. Se instala en sus habitaciones privadas, está dispuesto a encarar los desafíos pastorales, entra en contacto con círculos familiares como la Sociedad de San Vicente de Paúl, y de este modo, en enero de 1872 capaz de escribir en una carta a su amigo Palustre:"Me encuentro mucho mejor de lo que esperaba en el ministerio activo" (carta del 8.1.1872).