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Días de tristeza - mas

La foto está tomada en el jardín de la Casa Sagrado Corazón en S. Quintín durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El 28 de agosto de 1914 la ciudad es ocupada por los alemanes. Por más de treinta meses, el P. Dehon es obligado a permanecer aquí y vivir, según expresión suya "un largo retiro", durante el cual escribe su Testamento Espiritual, dejando a su congregación "el más maravilloso de los tesoros, el Corazón de Jesús".

En muchas cartas, el P. Dehon "durante estos tristes días de la guerra del 1914" expresa su interpretación de la guerra (interpretación que repite la hecha en 1870/71 durante la guerra entre Francia y Prusia, a excepción del hecho de que ahora toda connotación nacionalista está ausente): "El Buen Dios castiga a los pueblos de Europa que tienen, quien más quien menos, necesidad de expiación y de reparación. Para nosotros, religiosos, es necesario mantener la caridad recíproca. Yo pienso como usted que N. S. prepara el reino del S. C. Una purificación era necesaria. La guerra durará aún, porque si acaba demasiado temprano, nada cambiará" (Carta al P. Wiese, 26.12.1914).

Es evidente que el P. Dehon está lejos de la interpretación y de la condena de la guerra del papa Benedicto XV que ve en este conflicto "una inútil matanza" (1.8.1917), un "suicidio de la Europa civil" (4.3.1916), "la más negra de las tragedias de la locura humana" (4.12.1916) y que combate vigorosamente el nacionalismo exasperado que él distingue del simple amor por la patria.

Tan solo ante los resultados desastrosos, por ejemplo volviendo a S. Quintín después de la guerra, el P. Dehon cambia un poco su razonamiento, si bien no llegará nunca a una condena de la guerra.

"He pasado dos días en la ciudad mártir…es un espectáculo horrible. La impresión me ha hecho desvanecerme. No he visto nunca nada igual en mi vida, a excepción quizás de Messina tras la destrucción. Es un amasijo de ruinas negras y tristes. No queda un cristal, un mueble, un canalón. Llueve en las casas, se caen… Y nuestra bella catedral, sus volutas, sus vidrieras, sus altares, con las columnas perforadas, minadas! Esta gente que regresa, ¿tendrá un poco de razón y de fe?" (NQT XLIII/1919, 99ss.).

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